Hace mucho tiempo me compré un libro que no llegué a leer. En ese momento solo sabía que lo debía comprar, que ya llegaría el momento de destripar su mensaje. Aquel libro se titulaba “Mujeres que corren con los lobos” (Women Who Run With The Wolves), de Clarissa Pinkola, un auténtico best-seller sobre el arquetipo de la Mujer Salvaje y los intentos del patriarcado de reprimir su fuerza en la sociedad. Hoy entiendo mejor que nunca el sentido de este influyente libro que tanto impactó y se mantiene más vigente que nunca a pesar del paso del tiempo.

Hoy he vuelto a recordar el mensaje de Pinkola gracias a los seis maravillosos póster de la diseñadora gráfica y artista argentina Martina Galarza (aka Marte @marte.marte.marte) dentro de su colección Female Power (por cierto, actualmente se exhiben en Barcelona hasta el 27 de julio en el Centro de Arte Mutuo). Reminiscencias al movimiento hippie, el flower power y la estética que siguieron los primeros carteles reivindicativos de las primeras movilizaciones en los años 60 en las que las mujeres reclamaban la abolición de la desigualdad en el ámbito doméstico y laboral y la libertad en el disfrute sexual y la expresión artística.
Cuanto hemos caminado y qué poco hemos avanzado… Esta pequeña muestra plantea una pregunta, medio siglo después de aquellas primeras movilizaciones, en un momento en el que el discurso sobre la nueva feminidad está más candente que nunca: ¿hemos logrado avanzar en la satisfacción de tales demandas? Marte, de una forma sumamente atractiva y grácil, pretende evocar ese sentimiento de unión, liberación y aliento entre las mujeres, reivindicar esa manida frase, que en la unión está la fuerza. “Las mujeres hemos logrado construir una narrativa cultural propia partiendo de una polifonía de voces y de una arqueología de lo común. Mientras no pueda hablarse de un feminismo en singular, la victoria será nuestra”, expresaba el artículo “El despertar del nuevo feminismo” de Espacio Público.

Maria Grazia Chiuri, en su debut a cargo de la firma Dior, envió a la pasarela una camiseta con el lema «We Should All Be Feminists” (Todos deberíamos ser feministas), haciendo cómplices a los asistentes de una de las mayores inquietudes de la sociedad actual. El documental de la activista estadounidense Lina Esco, Free The Nipple (libera el pezón), que pretendía destripar la doble moral americana frente al desnudo femenino, generó un movimiento global #FreeTheNipple y se convirtió en un símbolo de denuncia. ¿Por qué no podemos mostrar libremente nuestros cuerpos sin que nos criminalicen por ello?
Hermandad, voces unidas, despertar la fuerza de la diosa tantos años en letargo sometida al yugo del patriarcado. Movimientos como el de Goddess Rising (@goddess_rising, con 78.000 seguidores en Instagram), una hermandad global de mujeres con la intención de reclamar su lugar en la tierra y en el cosmos. Retiros de yoga, rituales sagrados, meditación, auto-indagación, sabiduría femenina antigua y artes curativas… Una batería de terapias para reforzar la autoestima y el poder femenino tan magullado por la represión. Y esa onda expansiva, como no podía ser de otra forma, ha terminando meneando a la industria de la belleza que se ha visto incitada a ofrecer propuestas a esa nueva mujer. Elixires faciales y corporales que fomentan la autoestima, mezclas aromaterapéuticas para conectar con nuestro ser interior, para “empoderarnos”, el boom de la cosmética íntima como una forma de hacer las paces con nuestras vaginas, venerar nuestro útero, perfumes para el segundo chakra, el centro de energía donde reside nuestro potencial femenino y nuestra genuina creatividad…

Eslóganes como well-aging o slow beauty están cambiando el paradigma de la belleza del siglo XXI. Movimientos que han meneado los cimientos de Instagram, como #BoPo (Body Positive, quiérete tal como eres), un hashtag que ha albergado infinidad de imágenes de cómo modelos sometidas al yugo y encorsetamiento estético de la industria, han empezado a mostrar sus estrías y celulitis para crear conciencia de lo que es la mujer real. Un impacto global en la concepción actual de la estética. Pero movimientos como #BoPo también han generado nuevas propuestas cosméticas, como la de la firma australiana Bopo Women, una alternativa natural, feminista y positiva del cuidado de la piel. No en vano, pretenden destinar el 10% de las ganancias a apoyar activistas e iniciativas en pro de la mujer, que luchen por una belleza positiva, por la auto-aceptación del propio cuerpo, con sus estigmas y su realidad no distorsionada.
Gamas como The Empower Range, con productos como Self-Love Body Elixir (con aceite esencial de geranio, equilibrador hormonal fantástico, eleva el estado de ánimo e infunde positivismo) o Goddess Bath Soak (con aceite esencial de Sugandha Kokila, la fruta seca del árbol de canela, su aroma picante tiene mucha reputación en medicina ayurvédica por despertar el chakra corazón, responsable del amor propio; y el 2º chakra o chackra sacro, responsable de la creación de energía y la sexualidad), hacen de esta marca una alegoría al potencial femenino.

Pero ya hace unos años marcas como Alqvimia nos advirtieron de la importancia de hacerle hueco de honor a nuestro amor propio con Sensuality Body Nectar (jazmín, geranio, ylang-ylang, rosa…), un aceite corporal terapéutico extraordinario formulado para mejorar la sensualidad, transformar las emociones y aumentar la autoestima. O Love Potion de Tata Harper, creado por una situación con la que la propia creadora se encontraba constantemente y ella define: “Mientras viajo por el país, en las tiendas y en los eventos, conozco a tantas mujeres hermosas que tienen mucha inseguridad y negatividades sobre sí mismas. Pensé, ¿y si pudiéramos hacer un producto que tuviera que ver con la belleza que nace en el interior y se refleja en el exterior para promover la confianza y el atractivo de una nueva manera? Love Potion trata de encontrar tu magnetismo interno y hacerlo brillar. Cómo te presentas al mundo afecta la forma en que los demás te perciben”. Y Tata tiene toda la razón. Love Potion es una potente mezcla aromaterapéutica de una combinación de 10 potentes aceites esenciales afrodisíacos, como la davana, el jazmín, el ylang-ylang o el sándalo (dicen que estimula la segregación de feromonas…). Esta sinergia afecta a la forma en que te percibes, para que sientas y mires lo mejor posible. Toma nota.
Y termino volviendo al principio, al titular, “Alquimia femenina”, ese poderoso proceso de transmutación, como hicieron los antiguos sabios con los metales, de absoluta transformación interior para despertar de una manera misteriosa y mágica. Es con el mensaje que me quedo de este nuevo y masivo movimiento. Abrazar el love yourself, con elixires o con el simple esfuerzo, pero hacer de nosotros mismos nuestra mejor versión. Como decía Madonna: “Yo soy mi propio experimento. Yo soy, mi mejor obra de arte”.
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