Siempre he pensado que las bailarinas nacían, no se hacían. La delicadeza e ímpetu de sus gestos en movimiento. Sus rostros sutiles, de una ternura casi quimérica. Sus miradas bucólicas, ensoñadoras. Como criaturas mágicas recién salidas del edén. Una presencia que delata su condición artística solo con vislumbrarla. Puede que no haya nada más bello en la Tierra. No es de extrañar que la mítica casa de perfumes House of Creed, se haya inspirado en la danza para gestar su nueva poesía olfativa: Wind Flowers.
Tan femenina y poderosa al mismo tiempo, que su estela te roza, te atrapa y es capaz de hipnotizar hasta las narices más incrédulas. Claro que Creed para este proyecto ha invertido cinco años hasta ir perfeccionando la fórmula que se puede considerar más femenina de las creaciones de la legendaria casa de perfumes. Un bouquet cocinado a fuego lento, con sus cadencias y sus tempos, que no ha concluido hasta que el maestro, Olivier Creed, ha sentido que ha alcanzado la perfección olfativa.
Wind Flowers es una fragancia seductora con la que todas las mujeres pueden identificarse. Pasé cinco años en mi laboratorio trabajando en esta creación porque no quería componer algo que ya existiera. Quería crear una fragancia inspiradora y empoderadora. Eso es Wind Flowers para mí. Olivier Creed

Un adagio sensorial
Flores silvestres que danzan al viento simulando los gráciles movimientos de una bailarina. El mejor jazmín del mundo, iris, rosa, tuberosa, flor de azahar. Y una nota nueva: el praliné, que aporta un delicado matiz meloso en la base. Un capricho gourmand que redondea su deliciosa salida gracias al durazno (Prunus Pérsica o melocotonero), para rendir pleitesía al nougat, esa mítica receta del turrón francés a base de huevo, miel y almendra.
«House of Creed obtiene los mejores ingredientes de todo el mundo. Al crear Wind Flowers, obtuve el jazmín de aroma más dulce de la India (de donde proviene el mejor jazmín). […] El praliné es una nota nueva para Creed. Es lo que le da a la fragancia la suavidad azucarada en la base. Casi gourmand, pero el caramelo azucarado y la dulzura de las almendras del praliné crean una sensación de feminidad de tonos dulces y deliciosos». Olivier Creed

De la artesanía olfativa a la perfumería Slow
Un sillage ondulante que emula pliés y jetés e impone su gran cualidad: su longevidad. Puede que a consecuencia de haber sido fabricado siguiendo las directrices de una técnica tradicional antigua, ya abandonada por la mayoría de perfumistas debido a su elevado coste, pero que, sin duda, gesta esencias que marcan la diferencia. Se trata de Millésime, “el mejor de la cosecha”, tradicionalmente atribuida al universo de los vinos finos.
Porque si debemos sintetizar la esencia de House of Creed, es precisamente eso: tradición e innovación. Mediante la meticulosa técnica Millésime, cada componente se pesa a mano y se mezcla con una fórmula exacta compuesta por el perfumista. Una vez mezclado, el jugo se deja macerar en unos tanques. Después de un largo proceso de maceración, la fórmula se perfecciona según los estándares de la casa de fragancias y se dan por finalizadas únicamente cuando se consideran “listas”. Cuando han alcanzado esa perfección olfativa.
El resultado es un jugo con una elevada concentración de aceites infundidos provenientes de los mejores ingredientes seleccionados. lo que confiere a Wind Flowers esa tenacidad y opulencia de los perfumes bien orquestados. Una delicia floral ambarada que no deja indiferente a nadie.
Créditos de la foto de Alba Puigvert:
Fotografía: Juan de los Mares
Dirección de Arte: Víctor Heras
Dirección Creativa y estilismo: Laura M. Cámara
Maquillaje: África Pérez
Créditos de vestuario:
Marcas colaboradoras: RGV Madrid, Carla Lázaro, Talk under light, Paola
Idrontino y DeVallet.
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