Tivoli Palacio Seteais, Rua Barbosa du Bocage 8, 2710-517 Sintra, Portugal
Hay lugares en la tierra que dejan su impronta dentro de uno y su trazo se mantiene indeleble por mucho que pase el tiempo. Para mí uno de ellos es Sintra (Portugal), dicen que es uno de los vórtices energéticos del planeta, no he consultado ningún informe que lo certifique, pero a juzgar por lo que me hace sentir cuando estoy allí, más que vórtice diría que es el alma del planeta… Sintra tiene magia. No en vano hay lugareños que aseguran que tiene un pasado de Wicca importante. Solo hay que ver el simbolismo que encierra Quinta da Regaleira, el misterio que susurran sus rincones, el enigma de su historia y el sigilo de su mensaje que atrapa a quien osa a descifrarlo. Muy cerca de este fascinante lugar está el Palacio de Seteais, inevitablemente vinculado a muchas leyendas que aún hoy forman parte de la mística local, actualmente convertido en un lujoso hotel perteneciente al grupo Tivoli Hotels.
No me extraña que la cadena asiática de spas Anantara le haya hecho ojitos para adentrarse en el mercado europeo, por el momento solo Portugal cuenta con el heritage y esencia del holismo oriental gracias a Tivoli Libertade (Lisboa), Palacio de Seteais (Sintra) y Algarve con Anantara Vilamoura. Pero no me quiero desviar del tema. Lo que yo venía a contar es mi experiencia en el spa de Seteais con un nuevo protocolo diseñado por la maravillosa Lucia Cunha (Cluster Spa & Wellness Director de Anantara Lisboa y Seteais) y su equipo, llamado Reconnect to Your Soul. Lucia sabía que solo a mí me podía ofrecer este ritual sin temor a que hiciese aspavientos con las manos ni arquease las cejas en un intento de descifrar el sentido de sus maniobras (dicen que el poder curativo de este ritual solo puede funcionar en personas que tienen abierto su corazón a este tipo de experiencias, y mi corazón, era una mina…). Reconnect to your Soul no es un protocolo spa cualquiera, es un ritual muy especial. Tanto, que ni siquiera las manos de la terapeuta entran en contacto contigo. La magia del entorno (Sintra y los jardines de Seteais, no se puede pedir más…), y el poder curativo de la energía hacen el resto.
Tumbada en aquella ultra confortable camilla, me dejé hacer (y llevar). Estuve tapada en todo momento aunque solo esperase que las manos de Ana Beatriz, mi terapeuta, deslizasen la toalla que cubría mi cuerpo y realizase movimientos relajantes en mi maltrecha musculatura. Pero en su lugar, Ana Beatriz hizo maniobras a unos centímetros por encima de mi piel. Solo sé que aquella coreografía energética me dejó levitando sin apenas darme cuenta. ¿Cómo supe que estaba funcionando? Porque en mi letargo sentí cómo mis músculos se encogían y soltaban, como si fuese un coche que se había quedado sin batería y me hubiesen enchufado a unas pinzas en un intento de devolverme la vida. Sentí unos estímulos eléctricos que desenhebraban aquella maraña energética que me tenía bloqueada sin saber muy bien por qué. A todos nos pasa. Aunque no seamos conscientes de ello.
Después, Ana Beatriz trabajó con piedras semi preciosas y cuarzos sobre mis chakras, los centros energéticos de nuestro cuerpo. Yo creo que empecé a leer sobre chakras antes de aprender a resolver ecuaciones. Pero a las mentes cartesianas que los tildan de inventos de activistas del new age, les puedo decir que el trabajo sobre ellos es absolutamente perceptible. Sentí el protocolo en capas. Trabajo energético manual, barrido con bruma de romero y desbloqueo con gemas y cuarzos en los centros energéticos. Es difícil describir un tratamiento cuando a mitad del mismo te dejan k.o. (Knock Out), que es como me quedé, pero con la suficiente consciencia como para darme cuenta de que todo concluyó con digitopresión en el rostro, timo (la glándula que controla el sistema inmune) y corazón con cuarzo para hacer esa reconexión perfecta entre cuerpo y alma.
El toque Anantara lo puso la bienvenida previa con lavado y exfoliación de pies con ingredientes naturales y el aroma a limoncillo del entorno. Yo me quedé con esa infusión de colofón en los jardines de Seteais perdiendo mi vista en el intrincado horizonte de Sintra. Inhalando el aroma de las hierbas medicinales del entorno. Sintiéndome afortunada por posar mis pies en ese mágico lugar y disfrutar de un ritual que me devolvió la sensación de bienestar, de que todo iba bien… Fue el último día del año, y no se me ocurre mejor forma de concluir una etapa para iniciar otra con una energía especial y savia nueva circulando por todo mi ser. ¿Llegué a reconectar mi alma con mi cuerpo, que era la intención de la intervención? Eso el tiempo lo dirá… Pero sí puedo afirmar que salí de allí con una fuerza inusitada. ¿Sería el legado wicca de Sintra o el toque sanador de Anantara? Hmmm…
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