El otro día entré en Amazon para comprar una alfombrilla para el coche y, de que me di cuenta, en la cesta de la compra llevaba una máscara facial de turmalina y efecto sauna para el rostro, un dispositivo de goma para ejercitar el músculo labial que parecía recién rebanado de la cara de una muñeca hinchable, una máscara-faja de adelgazamiento para pómulos y papada con perilla y todo para regular el grado de estrangulamiento facial, un lápiz sónico y tecnología de micro-corrientes para eliminar bolsas y ojeras del contorno de ojos, un rodillo de jade, pero con pilas, nada de darle a la manivela emulando el clásico ritual asiático (occidente marca su huella), una barra eléctrica vibratoria de oro de 24 k para levantar los contornos del rostro y un silbato de ultrasonidos para ahuyentar macacos… Total 450 euros, y lo más sorprendente de todo es que me pareció un precio razonable por el botín que tenía entre manos, cuando yo tacañeo hasta los céntimos coleantes de un kilo de fresas silvestres (las silvestres tienen más propiedades). Esta es la magia de Amazon, si entras, estás perdid@.

Porque si quieres una almohada terapéutica gigante para lectura con soporte rígido para los brazos o un kit extractor de espinillas y puntos negros, solo los puedes encontrar en Amazon. Y lo sabes. En Amazon es donde entras para comprar un set de relojero o un sucedáneo muy acertado de la última lámpara de diseño que viste en Casa Decor, a mucho mejor precio, lo que no era tan habitual (hasta ahora) era entrar en Amazon para comprar un producto cosmético. No es la fortaleza de Amazon. Y Amazon, lo sabe. Por eso el e-tailer más grande del mundo ha decidido que le va a hacer un guiño a la nutrida industria de la belleza empezando por las más chicas: las marcas independientes. Esas marquitas y productos curiosos que no se ven en las tiendas del barrio ni posiblemente se localizarían fuera de esta gigante plataforma, como las máscaras-faja faciales adelgazantes (por los Dioses, ¡qué invento!) o el estimulador labial Face Slimmer Exercise Lips (los labios rebanados de una muñeca hinchable), están empezando a confiar en el gigante estadounidense por una sencilla razón: aumentan sus posibilidades de ser vistas y aceptadas en el carrito de la compra de miles de personas de todo el mundo.

De hecho, se considera que ya es el minorista de elección para los compradores de belleza en línea. Así que el listo Amazon, que está en todo, ha creado la categoría Indie Beauty Shop (al menos en la versión americana), dando la mano a marcas chiquitas pero muy solicitadas (gracias Instagram) como el colágeno marino de La Sirene o la línea masculina de Maapilim. Carbon Beauty les suministra marcas más que aclamadas como Moon Juice, The Beauty Chef o Soapwalla, y veremos muchas más, porque resulta complicado introducir cualquier nombre en su barrita de búsqueda y no encontrar lo que estás buscando… La comodidad que ofrece Amazon es difícil de ignorar, incluso para los que se declaren “anti-Amazon”, como muchas marcas que en principio se manifestaban en contra de este tipo de distribución básicamente porque pierden el control de sus criaturas: pierden el contacto directo con el cliente y no saben cómo les va a llegar el paquete, probablemente no pondrán la exquisita atención al detalle que muchas de ellas ponen a la hora del envío, pero, a cambio, tienen la entrada a una base de datos inabarcable.

Así que, antiamazonistas, cuidado, porque la próxima vez que busquéis una barbillera de silicona contra la papada en Google pensando que os va a llevar a la tienda online más cool de Japón, posiblemente acabéis además con un entrenador de párpados para eliminar la fatiga, una plancha facial para minimizar las arrugas y suscribiéndoos a las ventajas de Prime… Esa es la magia de Amazon, si entras, estás perdid@… ✪
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