¿Y si aceptásemos el paso del tiempo como parte esencial del ciclo de la vida en vez de luchar contra él? Si pensar en ello te provoca ataques de pánico o ansiedad, sudoración o temblores, tranquil@, según los expertos, padeces “Gerascofobia”, o un temor irracional a envejecer que nos hace obsesionarnos por lo inevitable. Esa aprensión, no es nada nueva, el problema es cuando se convierte en fobia. Algo que, según algunos analistas, parece estar pasando a las generaciones más jóvenes que ansían la longevidad.
En 2018, un informe de la Royal Society for Public Health (RSPH) publicó que los millennials se sentían más negativos frente el envejecimiento, viéndolo como un fuerte declive al asumir que la demencia y la soledad, eran inevitables, según se publicó en Refinery 29. Entonces se despertó un movimiento activista para desterrar la palabra “antienvejecimiento” del vocabulario de belleza por su connotación negativa y su implacable presión en las mentes que sienten “la arruga” como un mal a combatir.
Muchos apuntan como catalizador a las endemoniadas redes sociales y su afán por mostrar la variante más hedónica (quizás quimérica también) de nuestras vidas. Filtros que suavizan tanto la textura de la piel, que llegamos a parecer Nancys en lugar de personas. Desfachateces estéticas que se alejan del canon sensato para llevarnos a ansiar físicos irreales o poco saludables.
La dictadura del tic, tac, nos conduce a un irremisible terror a la decadencia física. Una turbación que siempre ha dejado huella en el Arte, como “Las tres edades y la Muerte”, del artista alemán Hans Baldung, donde el Memento Mori se ve reflejado en el implacable reloj de arena que pierde motas según la joven se adentra en la adultez. La buena noticia es que la ciencia “pro-longevidad” avanza tanto y tan rápido, que tenemos a nuestro alcance un sinfín de herramientas para mantener la juventud, o retrasar la senectud, según se mire.
¿Por qué envejecemos?
El célebre bioquímico español Carlos López Otín decía que envejecemos por la “pérdida de la armonía molecular”. La senescencia no es algo que solo ocurre a los dispositivos electrónicos. En el universo, parece estar todo programado. Hasta el devenir del propio universo. Son los ciclos naturales de la vida que marcan su inescrutable compás. Y, a partir de cierta edad, la curva de la armonía se desvanece como las hojas de los caducifolios, con esa cadencia innata que tararea la propia existencia.
El envejecimiento es un proceso multi-causal. La acumulación de daños moleculares y celulares a lo largo del tiempo, va deteriorando o disminuyendo las propiedades funcionales del organismo. Células madre y mitocondrias se agotan. La función celular se ralentiza. Los ácidos nucleicos, proteínas y lípidos, van acumulando daños que activan su pérdida de función. Las neuronas se aletargan y las glándulas dejan de segregar hormonas, los mejores elixires pro-longevidad.
Problemas metabólicos, como el aumento de azúcar en sangre, promueven la glicación, o “rigidificación” de las proteínas de la piel, dañando colágeno y elastina. El efecto catabólico del cortisol, por un estrés mantenido en el tiempo, altera la cohesión epidérmica (función barrera) y degrada las proteínas dérmicas ocasionando flacidez y líneas de expresión. La reducción del ácido hialurónico endógeno, aumenta la sequedad cutánea, la pérdida de agua trans-epidérmica y aminora la viscosidad articular. Aunque hay muchos fenómenos más, desde la pérdida de masa ósea, la precaria asimilación de nutrientes o el adelgazamiento de todos los tejidos corporales…
Un dechado nada virtuoso, lo sé. Lo bueno: cada vez hay más estudios que descubren nuevas causas que aceleran el proceso de envejecimiento, que nos ayudan a entenderlo y, por ende, a encontrar más enfoques terapéuticos para revertirlo (o, al menos, frenarlo). Longevidad, una búsqueda tan antigua como la humanidad misma, se ha convertido en la palabra de moda en el ámbito del bienestar junto a salud mental, y el futuro próximo, parece ser bastante halagüeño.
Próximo destino: Zuzalu, el Estado de la inmortalidad
En la mitología irlandesa, Tír na nÓg era ese lugar idílico, libre de enfermedades y muertes, un edén lleno de belleza y juventud, repleto de gentes de buen ver. Como Shangri-La, el paraíso utópico que siempre hizo soñar con la posibilidad de la inmortalidad. Una idea anclada en la mente humana que hoy se pretende materializar con Zuzalu, la primera comunidad-estado independiente creada con el firme propósito de encontrar definitivamente la cura del envejecimiento. Su objetivo: la investigación y experimentación sin límites ni restricciones para rejuvenecer las células o liquidar las senescentes. Y si para ello tienen que actuar al margen de la ley, lo políticamente correcto (y regulado) nunca será un obstáculo.
Al margen de quimeras, lo bueno es que la investigación sobre el envejecimiento es prodigiosa. Actualmente, se enfoca en cerrar la brecha entre vivir más tiempo y hacerlo de forma más saludable. Desde restricciones dietéticas, como el ayuno intermitente que acelera la autofagia (reciclaje celular) y logra que el cuerpo active los genes que reparan el ADN protegiendo los cromosomas; cócteles senolíticos que retrasan el deterioro celular; al control de los ritmos circadianos y apoyo nutricional. El abordaje en pro de la longevidad cada día es más prolijo. La noción de envejecimiento se ha acotado durante mucho tiempo en el contexto de una definición puramente biológica y médica. Pero, la versión de los nuevos tiempos, propone una solución más holística que tiende a desdibujar los límites entre la belleza, la salud y el bienestar.
Mientras tanto, los inversionistas de renombre. Como Jeff Bezos (Amazon) o el empresario multimillonario Peter Thiel, están respaldando compañías que están diseñando medicamentos para evitar las deficiencias asociadas con el envejecimiento. Breakout Labs, se ha propuesto la modesta hazaña de «reprogramar la naturaleza», con tecnologías como EpiBone, que produce hueso de reemplazo a partir de las propias células madre del paciente: o CyteGen, que imita los factores de la sangre para mejorar la función mitocondrial y solucionar muchas enfermedades relacionadas con la edad.
¿Y si el envejecimiento se curase con un fármaco?
Hace años visité el Sha Wellness Clinic. El experto en antiaging de la clínica, me recomendó Metformina en pequeñas dosis, un fármaco recetado en casos de diabetes. “Debes empezar ya. Es un gran regulador del metabolismo y un fármaco antiaging estupendo”. Aquel fármaco regresó hace poco a mi memoria al escuchar en las noticias que había escasez porque se había puesto de moda para adelgazar… Como la Metformina, están surgiendo nuevas sustancias con la promesa de la larga juventud que se han incluido en una nueva categoría emergente: la de los senolíticos.
Hay estudios que demuestran que la espermidina fomenta el reciclaje celular; la teaflavina reduce la carga de células senescentes, como la apinegenina o la rapamicina. La Fisetina aumenta la longevidad de las células y la función de las sirtuinas para mantenernos jóvenes y saludables. La carnosina evita la glicación y la ridificación de las fibras colágenas. El piceatanol del maracuyá refuerza la salud de las células madre y, el garcinol, un compuesto del Kokum o Garcinia Indica, inhibe la enzima histona-acetiltransferasa o HAT, una de las causantes de la pérdida de su funcionalidad.
Una nueva horda de geroprotectores y adaptógenos, como el astrágalo, un ingrediente de categoría superior en la farmacopea china que se granjeó el éxito en Occidente gracias a un estudio que demostró que era eficaz evitando el acortamiento de los telómeros. En particular, dos de sus componentes, las saponinas astragalósido y cicloastragenol, son sustancias antienvejecimiento de vanguardia capaces de estimular la producción de telomerasa y favorecer la división celular. O los ginsenósidos del Ginseng, capaces de limpiar el organismo de radicales libres; los betaglucanos de los hongos medicinales, que nos regalan longevidad así, porque sí, llegan en tropel para prestarnos ayuda en esto del buen envejecer.
Firmas especialistas en el antiaging, como Life Extension, ha desarrollado una línea completa de complejos senolíticos: Geroprotect®, con los que poner a tono nuestras células, la diana de los estudios médicos pro-longevidad en la actualidad. Reciclar, proteger y estimular la célula para optimizar su rendimiento, es el objetivo de los últimos avances en suplementación terapéutica, donde los antioxidantes son los reyes, y otras sustancias de reciente investigación, como NAD+ (Nicotinamida Adenina Dinucleótido), la molécula de longevidad «maestra» ubicada en cada célula del organismo y el nutriente clave para revitalizar la energía celular.
Suplementación estratégica: la panacea pro-longevidad
Los antiguos griegos nos legaron una palabra que hoy tiene un cariz exótico y mitológico: PANACEA. Para los árabes exeer al-hayat o elixir de la larga vida; los ayurvédicos los denominaron “rasayana”; los alquimistas medievales, pociones mágicas; en los cantares de gesta, curas milagrosas; y hasta Cervantes tuvo su elixir de la larga vida particular: el bálsamo de Fierabrás. Desde tiempos inmemoriales, los humanos, frágiles, pero incansables y curiosos, se han enfrascado en la difícil epopeya de encontrar una cura para todos y cada uno de los males que nos aquejan. La búsqueda, posiblemente interminable, del maravilloso remedio para todo (pan–akos) se remonta milenios atrás en la historia del hombre.
Los hasta ahora “controvertidos” suplementos, se han convertido, en materia senescencia, en la herramienta predilecta para encauzar el problema. Aportar al organismo nutrientes esenciales que se dejan de fabricar o asimilar por la simple ralentización de las funciones cognitiva, inmunológica y metabólica, supone un enfoque terapéutico de primer nivel. Los nuevos suplementos (o complementos nutricionales), ya no son simples productos de laboratorio, ahora están respaldados por un interesante plantel de expertos en Age Management.
Como el caso del Dr. Ángel Durántez, pionero en España en Medicina para el Envejecimiento Saludable y Medical Fitness, además de vocal de la SEMAL (Sociedad Española de Medicina Antienvejecimiento y Longevidad), un currículo más que solvente para encargarse de la dirección técnica de Longevitas Labs, el laboratorio centrado en nutracéuticos y complementos nutricionales desarrollados siguiendo los máximos estándares de calidad.
Durántez no cree en cócteles sofisticados de ingredientes enrevesados ni exóticos. Longevitas Labs se centra en la molécula esencial, como el Magnesio, primordial para múltiples funciones orgánicas; la vitamina D3, en concentraciones adecuadas, o complejos como Berberina y Silimarina, una combinación maestra para abordar uno de los mayores problemas de la edad: la correcta función metabólica, el control de niveles de glucosa en sangre o de los triglicéridos plasmáticos.
La Berberina es fundamental para frenar el envejecimiento ya que favorece la proteína quinasa, una de las responsables de la salud cardiaca, intestinal, el síndrome metabólico y la obesidad. Condroprotectores como la glucosamina y condroitina, que regeneran el cartílago, o el MSM (Metil-sulfonil-metano) que reduce el dolor y la inflamación articular. Muy en línea al portfolio de Kobho Labs, en cuyo panel de expertos se encuentra el Dr. Vicente Mera, responsable de Medicina Interna y Antienvejecimiento de la prestigiosa SHA Wellness Clinic, galardonado con el European Awards in Medicine en 2021.
Kobho Labs, se centra en fórmulas con pocos ingredientes, pero bien maridados para beneficiarnos de su efecto sinérgico, como Astaxantina + CoQ10, un combo de antioxidantes que previenen el daño oxidativo, mejoran la conservación de los telómeros y protegen del desarrollo de enfermedades inflamatorias o relacionadas con la edad, como la diabetes o la deficiente función cardiaca. O Trans Resveratrol + Quercetina (liposomados para potenciar su biodisponibilidad), dos senolíticos (promueven la eliminación de células senescentes y activan las sirtuinas) de primer nivel, antioxidantes y antiinflamatorios, que colaboran en el manejo del envejecimiento. Soluciones atinadas que bien prescritas, abren nuevos horizontes y la certeza de que por fin, hemos hallado el elixir de la larga vida…
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