El otro día fui a probar un tratamiento facial –una nueva radiofrecuencia que, por cierto, os recomiendo–, y la terapeuta tuvo que hacer paradas cada minuto para reaplicar el gel conductor porque mi piel se lo había bebido por completo. “Tienes una deshidratación excesiva”, me dijo ella. Cómo es posible, si no hago más que “adobar” mi piel con sérums de hialurónico. Pero lo cierto es que la deshidratación es el tema recurrente que mencionan las esteticistas cada vez que tienen mi cara entre sus manos. Bebo más de un litro de agua al día, alguna que otra infusión. Ah, claro, la copa de vino… Mi mente era reacia a acusar a aquella inocente bebida que tan bien me hacía soportar los estragos contra los que mi mente lucha día a día. Sostenía la presunción de inocencia de aquella indefendible copa, liberándola de todos los cargos de culpabilidad. Pero la clave estaba ahí: el alcohol, uno de los mayores deshidratantes de la rueda de reconocimiento.
Menos mal que siempre intento compensar los desequilibrios haciendo un “intox/detox” que llamo yo, y las tendencias estaban de mi lado. “Dear Muses and Heroines, we have a new MOISTURIZER for you, but it’s not just any moisturizer, it’s an INTERNAL MOISTURIZER who play a crucial role in longevity”, anunciaba la última newsletter de Muse & Heroine que tenía en mi bandeja de entrada. A veces la vida te manda señales. Es como si algo mágico y misterioso pusiese en tus manos las respuestas que necesitas en ese momento concreto. Solo hay que prestar atención. Sabes que ese mensaje es para ti cuando se repite por varios medios: un claim de un anuncio de televisión, el párrafo del último libro que estás leyendo o alguna frase clave de las newsletter a las que estás suscrita. Sabía que ese mensaje era para mí y lo tenía que asumir como propio a la mayor brevedad posible. Mis células estaban en peligro de convertirse en pasas sultanas. Sabía que los electrolitos y los minerales se estaban convirtiendo en el nuevo “must have” de la industria. Lo supuse cuando Ayuna lanzó la cura de hidroterapia Yan You powder, una solución hipertónica, rica en lactobacillus, electrolitos y azúcares capaces de mejorar la capacidad regeneradora y protectora de la piel. Pero las soluciones tópicas a veces se quedan cortas. Había que bucear más profundo entre las aguas celulares, el medio idóneo para asegurar su longevidad y buen funcionamiento.
Y me percaté de que una nueva generación de suplementos de belleza se estaba abriendo paso: los que hidratan la piel desde el interior. Waterglow de LPG, unas pastillas efervescentes que se diluyen en agua con hialuronato, bicarbonato sódico y gluconato de zinc, asegura un extra de hidratación diaria, clave para el buen funcionamiento y la lozanía de la piel. En formato polvo y dosis diaria está L’Hydratant de Combeau, una fórmula que va más allá porque asegura la alta biodisponibilidad de sus ingredientes, en formato bisglicinato, que el cuerpo lo absorbe mejor. Agua de coco, hialuronato de sodio, sales marinas, calcio, zinc… Elementos esenciales para mantener en buenas condiciones el metabolismo energético, la función cognitiva y muscular, y la protección celular contra el daño oxidativo. Pero, ¿por qué los electrolitos juegan un rol crucial en la longevidad? Porque por mucha agua (líquidos en general) que bebamos, si no hay un correcto nivel de electrolitos, no es suficiente para hidratarnos, nuestras células necesitan algo más que agua, necesitan una carga eléctrica que regule las reacciones químicas vitales del organismo, es lo que hace que el agua sea transportada al interior de la célula, sin ella, dejan de funcionar de forma óptima y como resultado tendremos las indeseables arrugas o sequedad cutánea.
Ahora entiendo más que nunca la expresión “la sal de la vida”, aparte de expresar los placeres vitales, sin ella, el organismo humano no podría vivir. Eso comentaba Sonsoles Blanco, directora de fragancias del grupo Shiseido a colación del nuevo lanzamiento de Miyake, Le Sel d’Issey, una nueva fragancia cuyo concepto gira en torno al simbolismo y “no aroma” de la sal, una peculiar nota olfativa que parece haberse puesto de moda en las paletas de los perfumistas. Parece contradictorio, ¿verdad? Que la sal, ese elemento que consideramos el “deshidratante” por naturaleza, sea un componente esencial para mantener el equilibrio de los fluidos. No en vano, un nivel de sodio alto en sangre indica deshidratación, pero el cuerpo utiliza el sodio para controlar la presión arterial, el volumen sanguíneo, la función muscular y nerviosa. El cloruro sódico va más allá de lo que alcanzamos a entender. El laboratorio Solaris ha incluido el sodio en formato “selenito” en Solarvital, unas ampollas que promueven la detoxificación celular, a corto plazo la red extracelular, a largo, a nivel intracelular, lo que me parece un buen complemento para apoyar la hidratación. Si las células no están “limpitas”, no hay nada que hacer…
Pero si hay un mineral ante el que la industria de la belleza se rinde a sus pies, ese es el magnesio. Pero no adelantemos acontecimientos.
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