Que el sexo vende, a pesar de la reprobación general, es un hecho. Los marketinianos lo saben muy bien, especialmente en el ámbito de las fragancias. Pero una cosa es que el jugo incite a la lujuria y otra cosa bien distinta es que su nombre sea un “taco” en toda regla… Al menos eso opina buena parte de la blogosfera aprovechando el polémico lanzamiento de Fucking Fabulous, el último perfume de Tom Ford. Jodidamente fabuloso ha suscitado un levantamiento generalizado de manos para ocultarse la boca, arqueamiento de cejas y apertura ocular máxima para esbozar un ¡uy!. Como el mono del whatsapp que se tapa la boca en un gesto censurador. Como cuando de niño cruzabas las dos manitas sobre los labios ante el clásico caca, culo, pedo, pis… Una coloquial frase que, o suscitaba la carcajada instantánea o la desaprobación inmediata por rayar lo políticamente incorrecto…

Mi padre siempre ha dicho muchos tacos. De 10 palabras 9 eran “palabrotas”. Lo primero que supo pronunciar mi hermano a muy corta edad fue coño. En ese ambiente de libertinaje lingüístico estaba claro que algo me salpicaría. Aunque fuese de soslayo. Reconozco que joder es una palabra habitual en mi jerga coloquial. Y espero no ofender a mis oyentes (y leyentes) con ello… Creo que es un tema que debería estar superado porque la palabrotería, también forma parte de nuestro patrimonio cultural. Coño. Sin embargo, que penetre en el glamuroso y timorato universo de la belleza, parece ser todo un despropósito…
La cuestión es que el lanzamiento de este perfume se ha considerado un golpe de efecto del maestro del escándalo, cuando la realidad del nombre, según recoge Coverteur, es que ha sido meramente descriptivo: «Estábamos sentados en una reunión oliendo la fragancia y Tom dijo: Esto es jodidamente fabuloso», recuerda John Demsey, presidente del grupo ejecutivo de Estee Lauder Companies, propietaria de Tom Ford Beauty. «Dije, Sí, es jodidamente fabuloso. Él dijo: Bueno, ¿por qué no lo llamamos así? Así que lo hicimos. Es descriptivo. Lo hicimos con valentía y sin disculpas, pero lo hicimos de una manera muy Tom Ford, porque Tom puede». Según el propio Tom Ford en una declaración para The New York Times: “la obsesión por lo políticamente correcto nos limita”.

Comentarios sobre estas declaraciones aparte, y sobre lo vulgar, cínico, provocador u ofensivo que puede ser el nombre de la etiqueta, lo que tiene de especial este jugo jodidamente fabuloso (por cierto, de edición limitada, se hicieron 300 ejemplares para regalar a los invitados al desfile del diseñador en la pasada NYC Fashion Week SS18, además de 1.000 unidades para la venta que fueron vendidas en tiempo record, por lo que la marca ha decidido lanzar otras 1.000 que solo estarán a la venta en las boutiques Tom Ford o www.tomford.com), es un acorde de cuero amortiguado por las almendras amargas, la salvia esclarea, la lavanda, la vainilla y el heliotropo que le da ese punto gourmand, equilibrado con una base amaderada que le da ese punto a humo seco.
Sin hurgar en la llaga, lo cierto es que “Fucking” añade una fuerza proverbial al nombre al que acompañe. No es lo mismo decir espectacularmente bueno que jodidamente bueno. Le añade un plus de descaro, una pizca de emoción. Se debería desconectar de lo vulgar para enfatizar el frenesí. Y a pesar de las voces que se alzan en contra, mierda, jodido, puta (no olvidemos Putain des Palaces de Etat Libre d’Orange) o semen (Seminalis de Orto Parisi) se añaden al etiquetado de nuevos productos, antaño censurados, hoy permitidos por una industria que no para de hacer caja a fuerza de impactar a los consumidores.

Fuck Bad Vibes de Anese se podría traducir como ¡A la mierda el mal rollo!, un elixir hidratante para cuerpo y cabello honesto con sus pretensiones. Intenta hacer alusión a esa mala baba que se nos pone cuando sentimos la sequedad en nuestras pieles. Con aroma a almendra y sándalo (calma la mente ayudando a reducir la tensión), es un ejemplo de producto nómada que además de inducirnos al buen rollo, puede que nos haga esbozar una sonrisa cuando lo veamos en nuestro neceser.

Algo más comedidos en el lenguaje pero no menos directos en sus pretensiones están Give a Little lip and talk dirty, babe, del rey de las redes, Frank Body (algo así como dale un poco al pico y habla sucio, pequeña), un dúo exfoliante y nutritivo para los labios de una marca que se ha hecho viral en Instragam gracias a influencers y famosos que hicieron deseado su mítico exfoliante corporal de café (por cierto, llamado Guess what? You’ll be naked in one minute, algo así como, ¿sabes qué? Estarás desnuda en un minuto); o Messy Sexy just Rolled out of Bed de A Lab on Fire, que podría traducirse como ese sexy desaliñado cuando sales de la cama, un perfume goloso pero con un matiz limpio a base de vainilla, ámbar, heliotropo o almizcle, como el aroma de las sábanas que aún mantienen la calidez.
El consumidor siempre tiene la razón. Las alusiones explícitas, aunque descaradas y puede que censurables, enganchan… Quien esté libre de culpa, que lance la primera piedra…
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