“Sigue tus propias huellas. Aprende de los ríos, de los árboles y las rocas. Honra al Cristo, a Buda, a tus hermanos. Honra a tu madre Tierra y al gran espíritu. Hónrate a ti mismo y a toda la creación. Mira con los ojos de tu alma y comprométete a lo esencial. Cuando la conciencia despierte, podremos volar alto como el cóndor. Cuando el águila del norte y el cóndor del sur vuelen juntos, la tierra despertará…”.
Esta es una de las muchas cosas que aprendí en este mágico lugar, la profecía del águila y el cóndor que las parteras mayas se encargaron de grabar a hierro y fuego en mi subconsciente. También descubrí el poder sanador de los baños mayas con plantas sagradas. La ruda, la albahaca, el romero y la salvia. La acción estimulante del té de zacate limón, una receta que resetea el organismo por su acción desintoxicante, antioxidante, relajante y diurética. Dar un sorbo de aquel brebaje fue lo más consolador que había experimentado en mucho tiempo. Aprendí que debía hablar con el corazón, no con el hígado (el asiento de la ira) y también supe que el copal, se convertiría en mi incienso de cabecera.
Hay lugares que te marcan el alma y para mí fue Tulum. Hasta ese momento creía que lo había probado casi todo en técnicas de masajes del mundo (tailandés, balinés, ayurvédico, hawaiano, de medicina tradicional china…) y ya poco me sorprendería, pero nunca me había puesto en manos de una auténtica partera maya, Elizabeth, digamos que sería el equivalente a un chamán pero en versión femenina. Ella me cogió de la mano y me adentró en un universo desconocido en cuanto a experiencias y sensaciones. No hubo marcha atrás, la catarsis se había producido.
Entrar en Yäan es una invitación a explorar el lado místico de la madre tierra. Su arquitectura y diseño están pensados para entrar en contacto con los elementos: la madera de sus eco-cabañas; el fuego de las hogueras con las que infusionan las hierbas sagradas; el aire del humo del copal que templa todo el espacio; la tierra de sus huertos y jardines… Lo primero que piensas es que tiene un punto minimalista pero es puramente orgánico y sensorial. Este espacio está dirigido por el Doctor Bobby Klein, un psicólogo intuitivo y Life Coach con residencia en Los Ángeles que decidió pasar largo tiempo con las tribus nativas americanas y budistas tibetanos para aprender técnicas ancestrales de sanación. Muchos de esos rituales se han incorporado al menú spa de Yäan. El Dr. Klein también realiza consultas privadas para trazar un enfoque más exhaustivo de tratamiento. El dúo de diseñadores de Proenza Schouler declaró visitar al menos una vez al año Yäan Wellness para resetear y encarar la vida con nuevas energías… Ellos sí que saben.
Según me adentré en los jardines, las terapeutas estaban cociendo a fuego lento hierbas y flores en un gran caldero. –“Son para tu ritual”, me dijeron. Pero antes de empezar con el tratamiento que habían diseñado para mí, tocaba circuito de aguas. Pero estas no eran unas aguas cualquiera, en Yäan se utiliza agua natural de cenote, manantiales cristalinos de los depósitos subterráneos naturales del Yucatán, purificados por medio de un sistema complejo de ósmosis y rayos ultravioleta. De ahí que las llamen “aguas curativas”.
La parte del Hamman que yo suelo acortar en muchos spas porque me parece un tanto insulsa, aquí tenía su chispa. Entras a la sala de mármol caliente y pronto ves algo que hasta el momento no había visto en otros spas: unos pilones de cerámica mexicana repletos de hierbas medicinales con las que te tenías que fustigar para completar la acción purificadora. En un pequeño bol te servían un exfoliante casero para liberar células muertas, elaborado con los ingredientes del jardín orgánico que tenían en la azotea.
En ese momento vino a buscarme Elizabeth, una partera maya versada en las artes curativas chamánicas que, literalmente, me llevó a otro estado de conciencia. Lo primero es la limpia energética con humo de Copal, una resina aromática vegetal utilizada por las antiguas culturas prehispánicas para purificar y bendecir. Ese humo blanquecino realiza una profunda limpieza energética suavizando la rigidez del cuerpo provocada por el estrés, además de inducirte a un estado meditativo. Después vino la absorción de energías a través del huevo, un ritual chamánico ancestral para liberar aflicciones. Después de pasar el huevo por todo mi cuerpo entre rezos y plegarias, Elizabeth lo echó a un vaso con agua y lo dejó reposar. Había que esperar unos minutos para su lectura. Así que prosiguió con mi tratamiento denominado “Sobada Maya”, un masaje curativo profundo que comienza en la zona abdominal para dispersar la energía y realinear los órganos y continúa por todo el cuerpo.
Las manos de Elizabeth se llevaron toda la angustia y agobio que se sentía en ese momento dejándome en un estado de sosiego y reconciliación conmigo misma que nunca olvidaré. La lectura del huevo no arrojó datos preocupantes, así que Elizabeth se limitó a darme unos cuantos consejos para aprender a gestionar mis emociones. El ritual concluyó con un baño herbal curativo en las clásicas bañeras de cobre, con ruda, albahaca, romero, miel y canela, una receta maya para relajar, desintoxicar y purificar el campo áurico. Lástima que el Yucatán esté a más de 8.000 km de España…
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