La naturaleza me dotó de una buena forma labial. Con un arco de cupido lo suficientemente marcado y un volumen discreto, pero correcto. Nunca puse pegas. Pero el tiempo fue pasando, y mis labios, se fueron desinflando… Seguía sin poner pegas, pero en mi fuero interno, algo me decía que quería más. A pesar de mi profesión, nunca me dejé llevar por la dictadura de la aguja. Salvo en una ocasión con una simple hidratación labial que no me aportó volumen y sí leves infortunios.
Eso me hizo no confiar en el plantel médico-estético. Una decisión un poco sesgada y bastante arbitraria. “No se puede medir a todos con el mismo rasero”, me dije. Esperé y esperé, y por fin llegó: “El doctor que está revolucionando los tratamientos de labios en Barcelona, llega a Madrid”, rezaba la nota de prensa. En nuestro país tenemos GRANDES profesionales, con técnicas impecables, que ofrecen resultados de 10. Pero nunca resoné con ellos. A pesar de que mi primer artículo como directora de belleza de Harper’s Bazaar se titulaba “Sí, me pincho”, siempre he sido muy reacia a las agujas, razón por la cual la Medicina Estética nunca me interesó lo suficiente.
Sin embargo, es tan ilusionante el avance en la materia, que decidí comprobar en mis propias carnes –profesión obliga– esa revolucionaria técnica labial del Dr. Alejandro Segarra de la que tanto se hablaba. Fui con aprensión, no lo voy a negar. Augurios funestos se instalaron en mi mente: “¿Y si me causa una extraña reacción y me salen protuberancias? ¿Y si esa forma discreta, pero correcta, que la naturaleza me ha dado se desvirtúa? ¿Y si…, y si…?”. Sin embargo, esas profecías de ‘mal agüero’ pronto se esfumaron al entrar a la clínica y ver el trasiego de clientas contentas que entraban y salían del espacio.
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Labios perfectos, una cuestión de fuerzas y vectores
Según cuentan, Alejandro Segarra es el experto al que ha declarado ‘amor eterno’ un buen séquito de celebrities y miembros destacados de la A-List. No me extraña. Curiosear en su Instagram te empuja a deshacerte de la aprensión y entonar el “Sí, quiero”. La sesión fue rápida y el dolor bastante llevadero. La crema anestésica que ponen con antelación, adormece más que una infusión de opio… A pesar de ello, las pequeñas incisiones con la aguja son molestas, no lo vamos a negar. Aunque la destreza del experto es tal, que pasan desapercibidas.
“El retoque de labios es una de las técnicas más mano-dependientes”, me confesó el Dr. Segarra. Una “mano-dependencia” que debe afinar la destreza al máximo a tenor de lo vertiginosamente que está evolucionado la estética. “Cada vez se demandan resultados más naturales y se elevan las exigencias del paciente. Esto nos obliga a perfeccionar la técnica”, asegura. Una técnica, por cierto, que se ha granjeado el beneplácito de la clientela por sus resultados espectaculares.
Una virguería estética que el doctor denomina la técnica de las fuerzas y los vectores: “Para mí hablar de ‘relleno’ es como hablar de llenar una maleta. Esto no es así. Mi técnica consiste en meter una agujita debajo de la piel, trazar una línea que ejecuta una fuerza en los tejidos, generando una forma que yo llamo vector”, confiesa. “Esto crea unas estructuras que me permiten trabajar al milímetro para marcar el arco de cupido, corregir asimetrías o mejorar la sonrisa gingival proyectando solo el labio inferior, por ejemplo”.
La cantidad de líneas que se tracen o su dirección, es lo que permite a Segarra dar al labio la proyección deseada, trabajando a la carta y con la máxima precisión. Y el resultado salta a la vista. Sin perder ni un ápice de la estructura labial original, consigue equilibrar dimensiones, aportar volumen en las zonas que lo requieren o redibujar la sonrisa de una forma casi mágica. Porque si hay algo que tiene claro el experto es “respetar los límites labiales y las cantidades”.
“Celebro la aparición de la hialuronidasa que nos permite eliminar el material antiguo para volver a empezar”, confiesa el experto. La enzima que consigue degradar el ácido hialurónico y así solucionar problemas como migración de la sustancia fuera de los contornos labiales, algo habitual como resultado de la técnica de relleno estándar practicada en el pasado. “El segundo tratamiento más demandado en nuestras clínicas es retirar el material por exceso de la sustancia de relleno o porque ha migrado fuera de los contornos labiales. Si el material migra a zonas vecinas, puede ser por inyectar mucha cantidad, no poner la sustancia correcta o que la técnica no era la adecuada”.
Por ello, Alejandro Segarra mide mucho qué pone, en qué cantidades y de qué forma. “Yo trabajo fundamentalmente con tres tipos de ácido hialurónico: menos reticulado, que lo que aporta es básicamente hidratación y jugosidad; muy reticulado, para conseguir mucho volumen; o de reticulación intermedia, más versátil, que me permite ‘mixear’ entre hidratación, volumen o definición”. Una de las sustancias estrella que trabaja el doctor es Teosyal RHA Kiss® de Teoxane, con un gramaje de ácido hialurónico que permite aportar volumen y armonizar el contorno de forma ultra natural.
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Estás guapa… ¡Tú te has hecho algo!
Esa fue la reacción de mi entorno social según me vieron y la conclusión de esta técnica que no me atrevía a probar, pero decidí hacerlo. Esa actitud de mirar, fruncir el ceño y, a pesar del minucioso escaneo facial, no poder concretar qué me había hecho, me confirmó que la elección, fue la acertada. No solo porque a ojos de los demás se me “veía más guapa” sin saber por qué, sino porque a nivel personal, reforzó mi autoestima, algo que, para mí, tiene más valor que un huevo de Fabergé…
Entendí que la Medicina Estética, bien practicada, y por expertos evolucionados que van más allá de las técnicas estándar, puede lograr resultados de otro nivel, respetando la anatomía original que nos ha proporcionado la naturaleza. La profanación de facciones ya es cosa del pasado. La nueva estética aboga por prolongar la juventud con técnicas avanzadas y sustancias que dan un impulsito a la fisiología natural para retardar la senectud de forma ultra natural. Dr. Segarra, gracias por hacerme confiar…
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