Malos tiempos para el lipstick… Justo después de que su ascensión como categoría de maquillaje más valorada (y demandada) se hiciese patente: “En 2019, hubo un consumo de barra de labios de unos 170 millones de euros y un crecimiento de un 6% de esta categoría de maquillaje, con una adquisición de unos 22 millones de unidades”, según datos de Stanpa, Asociación Nacional de Perfumería y Cosmética. Justo ahora, que las barras de labios se habían convertido en la diana de marcas de lujo, como Hermès, con su recién estrenada gama Rouge de Hermès (la primera incursión de la firma de lujo en el universo del maquillaje). Justo ahora, en su momento de mayor gloria, llega una pandemia y borra de un coronazo los labios del mapa facial a golpe de mascarilla dejando tiritando esas barras coloridas que tantos momentos de felicidad nos han brindado.
Hasta la economía le hizo hueco en sus complejos vaticinios y le dedicó una teoría: El llamado “The Lipstick Effect” o índice del lápiz labial, acuñado por Leonard Lauder, presidente emérito de Estée Lauder en 2001, para describir las crecientes ventas de pintalabios de la compañía de belleza durante períodos de dificultades financieras. No son chascarrillos, es estadística: a más crisis, más barras de labios vendidas. La justificación se basó en que los consumidores con problemas de liquidez recurrían a pequeñas indulgencias, un estímulo moral cuando no se podían adquirir lujos extravagantes, pero sí costear los 15 o 30 € que cuesta un lápiz labial. La pregunta ahora es: ¿Qué pasará en la inminente recesión provocada por la crisis post coronavirus? ¿El índice del lápiz labial se activará, ahora que la mitad de nuestro rostro debe quedar oculto tras una mascarilla quirúrgica?

Esta crisis mundial nos ha llevado a adquirir nuevos gestos, hemos adoptado un estilo comfy y nuestras preferencias de compras han cambiado. Las búsquedas de mascarillas de belleza en Google han aumentado casi un 83% entre el 16 de febrero y el 29 de marzo. La firma de investigación de mercado, NPD Group, constató que las ventas de tratamientos corporales, esencias para el hogar, cuidado de manos y uñas y coloración del cabello, aumentaron a partir del 28 de marzo, en detrimento de las ventas de cosméticos para labios que disminuyeron un 62.4% durante la semana del 4 de abril, respecto a la misma semana del año anterior, según datos de la consultora Nielsen. Parece que el color ha bajado unos cuantos escalones en la escalera corporal: de los labios a las uñas que, sin duda, se verán más de aquí en adelante.
Un varapalo para sus entusiastas, porque el lápiz labial no solo aporta color, también es un barómetro del estado de ánimo y la autoestima, el matiz que ilumina los días más sombríos… Aunque hay quienes piensan que ni siquiera su lustroso halo sería capaz de serenar tanto dolor vivido. Malos tiempos para el lipstick… Ahora que las fetichistas barras de labios se habían convertido en más objeto fetiche que nunca, con sus envases a medio camino entre un talismán, una joya y un gesto a la sostenibilidad, recargables, veganas, con activos antiedad o derivados de las piedras preciosas que generan unos destellos inéditos en la zona más sensual de la anatomía facial. Como L’Absolu Rouge Ruby Cream de Lancôme, con el que la marca de lujo francesa ha echado los restos en cuanto a desarrollo técnico. Su bala biselada con forma de rubí ha sido diseñada ex profeso para perfeccionar la aplicación en un sencillo gesto, son inteligentes, intuitivas y sensoriales, y su formulación suntuosa, enriquecida con polvo de microcristales de turmalina que reflejan la luz de una manera única hacen del acto de maquillarse toda una experiencia fastuosa.

También como joyas se presentan las barras de labios de The House of Whoo, la marca coreana que surgió para brindar la oportunidad de embellecerse como las antiguas emperatrices orientales. Su fórmula, además de hacer un guiño a la joyería con sus extractos de oro, perla y ámbar, contiene un extracto de 5 flores (peonía, lirio, crisantemo, loto y flor de Ume, el albaricoque japonés o ciruela china), más un complejo antienvejecimiento denominado Gongjinbidan, un ingrediente clave que deriva de una antigua fórmula terapéutica a base de hierbas de la medicina tradicional oriental utilizada por la realeza coreana durante más de 800 años para mejorar la circulación sanguínea y el campo energético. Sin dejar la joyería, como un auténtico lingote de oro se presenta Bond No. 9 Lipstick, recargable, vegano y sin gluten, reforzado con nutrientes vegetales como mango, manteca de karité, argán, aceite de semillas de Meadowfoam o “espuma de prado”, murumuru y aceite de semilla de uva. Lo llaman el lápiz labial inteligente, por su maestría y precisión de aplicación en un solo gesto.
Con estos sensoriales lipstick la marca de perfumes niche más reconocida de Nueva York hizo su primera incursión en el mundo del maquillaje, igual que by Kilian con Le Rouge Parfum, una de mis marcas de perfume preferidas, sexy y directa, que ha extrapolado su visión del universo femenino a una barra con color y aroma que además concibe como un verdadero objeto de arte en sí mismo. Un talismán de laca negra grabada y bala perfumada con notas gourmand y florales (nerolí y vainilla), disponible en 6 tonos entre mates y satinados, seis matices de rojo muy sensualmente nombrados: cielo, afrodisíaco, prohibido, peligroso, intoxicante y demonio… Un bastón de mando que reivindica la auténtica feminidad.

También se estrena en el maquillaje una de las firmas de lujo más veneradas por la calidad de sus productos y la extrema atención al detalle, Hermès, y el lápiz labial, en el cénit de las tendencias, tenía que ser el primer paso. Con una colección de 14 tonos satinados, 10 mate, la versión Totem, una edición efímera que se reinventará cada temporada, bálsamos nutritivos y accesorios, Rouge Hermès se postulaba como uno de los grandes lanzamientos de la temporada. Esta recién estrenada gama presume de recoger en cada milímetro cuadrado de su estructura todos los elementos que cabría esperar de una firma como Hermès: la formulación, a base de Morus Alba (morera blanca), hace un guiño al expertise de la firma en el métier de la seda; el color, fundamental en Hermès, se extrae de la biblioteca en Lyon con más de 75.000 referencias; su textura, intenta replicar la versatilidad del cuero, piel Doblis, suave y empolvada, para las referencias mate, y piel Box, lisa y luminosa para las satinadas.
El aroma, a cargo de Christine Nagel, nariz de Hermès, rezuma notas de sándalo, árnica y angélica; la carcasa, diseñada con un mecanismo interior que hace que la barra sea recargable; la caja naranja emblemática de Hermès, un pigmento único que ni siquiera se encuentra en el Pantone®, está elaborada en cartón reciclado sin tratar, con tinta no contaminante y papel de seda interior proveniente de bosques sostenibles. Un esencial lúdico, como lo definió Bali Barret, Directora Artística del universo femenino Hermès. Justo ahora, que estas proezas de la belleza estaban dispuestas a seducirnos, con sus espléndidas texturas y opulentos aromas, matices y envases; justo ahora, tenemos que dejarlas guardadas en el cofre de los anhelos. Puede que por primera vez en la historia The Lipstick Effect no surta su efecto, a merced de un caprichoso virus que ha tenido a bien taparnos la boca, en un acto simbólico, para que iniciemos nuevos discursos. Solo el tiempo lo dirá, ¿volverá el lipstick a vivir su mayor gloria? Amén.
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