Yo, como muchos otros integrantes de la llamada Generación X, crecimos con una obsesión: matar a las bacterias. Se gestó la cultura “libre de microorganismos”, fuimos un colectivo aséptico, ultra enjabonado y esterilizado para evitar que nada residiese en nuestros organismos más que nuestras propias células. Luego llegaron las tendencias, que arrasan con todo, incluso con la salud de la piel a base de exfoliaciones radicales, agresivas y limpiezas a fondo que a poco que profundizasen más te restaban mm2 de superficie… Este cúmulo de despropósitos epidérmicos llevó a un desolador epílogo: habíamos acabado con la forma natural de protegernos contra invasores externos, además de fragilizar y sensibilizar en extremo nuestra barrera epidérmica.

La perspectiva del tiempo nos ha llevado a confirmar algo que antes considerábamos inaudito: la piel sana no es limpia… Y la respuesta está en el Microbioma. Microbioma, microbiota o comunidad probiótica, infinidad de términos con la misma intención de definir esos microorganismos, o microbios que incluyen bacterias, hongos y criaturas similares a las bacterias llamadas arqueas. Todos viven y existen en todas partes de la Tierra, desde la superficie de un mueble o el interior de un volcán, hasta la piel de nuestro antebrazo. Cada microbio tiene un conjunto de genes que pueden servir como una tarjeta de identidad. No en vano, los científicos han confirmado que cada microbioma es único, y su función es tan extraordinaria, que solo estamos ante la punta del iceberg de todo su potencial.

L. Acidophilus , L. Casei , L. Plantarum , B. Lactis, B. Longum. B. Bifidum, Streptococcus thermophillus… Son solo algunos ejemplos de estos compuestos bioactivos, esos bichitos que pueden hacer maravillas por nuestra salud. Hay probióticos para cada parte de nuestro cuerpo: para potenciar la salud intestinal (dicen que todas las enfermedades comienzan en el intestino), para prevenir dolencias bucales, para erradicar infecciones vaginales, incluso, para mantener el equilibrio de la mama. Pero también para promover la salud dérmica. Y aquí es adonde quería llegar. Ciertos estudios han demostrado que aplicar un 10% de extracto bacteriano a la piel sensible y reactiva, ayudó a mejorar la función barrera y disminuir la sensibilidad. Según un informe de PubMed (Biblioteca Nacional de Medicina EE.UU.), “Diferentes estudios clínicos han indicado que la bacterioterapia probiótica puede tener un gran potencial para prevenir y tratar enfermedades de la piel, como eccema, dermatitis atópica, acné e inflamación alérgica o hipersensibilidad cutánea, daño cutáneo inducido por los rayos UV, protección de heridas y como producto cosmético”. Esto empieza a ponerse interesante…
Pero otro dato fascinante es que, a medida que los probióticos se descomponen en la superficie de la piel, crean nuevos ingredientes esenciales para su lozanía, como ácido hialurónico, péptidos, vitaminas y ceramidas. Son los llamados “postbióticos”, metabolitos que esas bacterias producen y que justifican sus efectos beneficiosos. Hay razones más que suficientes para optar por la terapia cosmética probiótica. Y todo esto me ha llevado a analizar la nueva ola de tratamientos con bichitos embellecedores. No hace falta que seamos beautyholics para percatarnos de que cada vez es más frecuente que se incluyan probióticos a las nuevas fórmulas cosméticas o que se elaboren cosméticos cuyo principal activo sean los probióticos. Y llegados a este punto, me parece interesante reseñar el nuevo Advanced Genifique Microbioma de Lancôme por varios motivos. En los albores del primer serum Genifique, hace ya 10 años de su lanzamiento, Lancôme llegó a una innovación cosmética capaz de activar los genes. Y todos pusimos el grito el los cielos. Aquella fórmula original del serum más revolucionario del mercado contenía un Lactobacilo, concretamente el “bifida ferment lysate”, un ingrediente probiótico capaz no solo de proteger eficazmente contra el daño inducido por los rayos ultravioleta en la piel, sino apto reparar el ADN. El lisado de fermento bífida es un subproducto derivado de la fermentación del Bifidobacterium Longum, una bacteria que se encuentra de forma natural en el sistema digestivo humano, además de actuar como acondicionador de la piel, aumenta la elasticidad, retiene la humedad, absorbe los dañinos rayos ultravioleta y reduce el pH de la piel para mantener sano el microbioma.

Otro de los motivos es que Lancôme es pionera estudiando hace ya más de 15 años el vínculo entre microbioma y salud de la piel, además pertenece a la división Luxury de L’Oréal, el gigante cosmético que destina interesantes partidas de presupuesto a i + D, gracias a ello los avances científicos son más que prolijos. Todo esto ha sido el detonante de la nueva versión de aquel serum avanzado a su época: Advanced Genifique Microbiota (83 €), un nuevo tratamiento que ha sido enriquecido con una mezcla única de prebióticos (nutrientes que favorecen el crecimiento de las bacterias buenas, como la Manosa, los glucooligosacáridos y los fructooligosacáridos) además de probióticos, fracciones derivadas del Lactobacillus Casei, L. Acidophilus, Bifidobacterias y Saccharomyces Cerevisiae, extraídas a través de procesos biotecnológicos especiales para preservar su actividad cosmética. Y es que hay algo esencial si queremos que una fórmula cosmética probiótica funcione: que se incorporen prebióticos, el alimento indispensable y necesario si queremos que esas cepas beneficiosas prosperen. Otros ingredientes interesantes en la fórmula: extracto de rosa gálica, de propiedades calmantes; Polymnia Sonchifolia Root extract, o extracto de raíz yacon, además de sus propiedades hidratantes, estimula los mecanismos naturales de reparación y es un excelente alimento para las bacterias buenas; vitamina E, antioxidante estrella; y Ácido Hialurónico, retiene el agua y mantiene jugosa la epidermis.

Advanced Genifique Microbioma lo cumple, además garantiza que, con una sola dosis de su cuentagotas (que para eso está patentado…), es suficiente para abastecer la piel de estos elementos necesarios. ¿Los resultados? Este complejo cubre tres funciones clave para la buena salud de la piel: protege, activa la defensa antimicrobiana contra patógenos porque libera proteínas antioxidantes además de péptidos antimicrobianos, una especie de antibióticos naturales que atacan a las bacterias malas; Regula, controla el proceso de inflamación, una de las primeras causas del envejecimiento de la piel; repara, porque refuerza la barrera protectora haciéndola más resistente a ataques, como los radicales libres, rayos ultravioleta o polución. En síntesis: reduce brotes (acné, rosácea, eccemas…), previene el envejecimiento prematuro al controlar la inflamación y calibra el microbioma de la piel y su pH, claves para una piel perfecta.
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