Mi más tierna infancia estuvo embadurnada de pasadas y pasadas de Heno de Pravia. La pastilla de jabón por antonomasia en los hogares españoles. Mi madre nos restregaba a mi hermano y a mí con la olorosa pastilla por cuerpo y cabeza. Para mí ese fue mi primer champú sólido de la historia (mi historia).
Puede que alguno se lleve las manos a la cabeza (nunca mejor dicho) al leer semejante aberración. Pero antes no se andaban con tantos remilgos. La cosa ha cambiado. Y mucho. La ola pro-sostenibilidad, la necesidad de recuperar nuestras raíces y el viraje hacia opciones de consumo más prácticas, compactas y nómadas, nos ha traído a la palestra del cuidado personal la cosmética sólida. Provechosa donde las haya, natural, sostenible. Y muy sensorial.
No solo de “practicidad” se nutren los champús sólidos
¿Qué tienen de especial que se están convirtiendo en la opción de limpieza capilar más solicitada? Pues mucho: son versátiles, nos ayudan a economizar utilizando la dosis exacta (algunos equivalen a más de 2 frascos de champú líquido y otros hasta pueden asegurar unos 80 lavados).
Suelen estar formulados surfactantes y tensioactivos naturales, con ingredientes botánicos cargados de nutrientes, como los aceites vegetales o las mantecas nutritivas de karité, cupuaçu, cacao o mango. Incluso leche fresca de cabra procedente de una pequeña granja orgánica de Ohio, como Moon Flower de Daughter of the Land. O la calmante leche de avena en Lullaby de Lush, una de las pioneras en lanzar al mercado este sorprendente formato.
Y un buen repertorio de “sin”: sulfatos, agentes químicos que alteren la microflora capilar o irriten y sensibilicen en extremo el delicado ecosistema del cuero cabelludo. E ingredientes no biodegradables, como las siliconas, un componente común en muchos champús líquidos para potenciar el brillo y soltura del cabello.
Pero, quizás, lo que más ha hecho que los champús sólidos suban como la cremosa espuma que proporcionan, es su cariz sostenible. Su producción reduce el uso de agua y envases, no generan desperdicio ni impacto ambiental, y sobre todo, su concepto da un puntapié a los plásticos.
El más activista es 552M Soap Free Shampoo de Odacité, una de las marcas integrantes de la Clean Beauty con más tirón. Este champú sólido intenta crear impacto con su nombre en alusión a los 552 millones de botellas de plástico que terminan en los vertederos cada año. Buena parte de ellas acaban en océanos y playas, llenando de porquería no biodegradable el Planeta.
El “Hair Care” se eleva a la categoría de “Skin Care”
No solo su nombre es lo más destacable de este precioso ejemplar, sino su suculenta fórmula, pensada específicamente para respetar el cuero cabelludo, mantenerlo sano y libre de alteraciones, como la caspa o alopecia. Gracias al aceite de semillas de ricino y argán orgánicos. Además de nutrir la fibra en profundidad potenciando su densidad y brillo natural, por la presencia de aceite de coco y manteca de cupuaçu amazónica.
Porque, si lo pensamos bien, el cuero cabelludo es una extensión de la piel del rostro. ¿Por qué tratarlo de forma diferente? Los activos más beneficiosos para la tez, también lo son para la raíz del cabello. Bajo esta afirmación se gestó una de las tendencias que mejores ejemplares de lujo nos ha dado. Y grandes ideas, como incorporar el ácido hialurónico o los péptidos a los cuidados capilares para potenciar su hidratación o prolongar su juventud.
Una que sabe, y mucho, de cuidado facial limpio y lujoso es Ayuna Less is Beauty. Y, para júbilo de sus adeptos (como yo), como extensión de sus incomparables jabones artesanos para limpieza facial, ha creado Revitalizing Solid Shampoo, por el momento solo disponible como primicia en Beauty Heroes (aunque me temo que hay rotura de stock), pero pronto estará disponible en su web.
Una rúbrica aromática única…
Esta rica fórmula sólida, se comporta como un cóctel de belleza capilar orgánico que combina almidón de maíz con aceites de argán y coco, con surfactantes derivados de la avanzada química verde (la tecnología del futuro). Suaves, pero extremadamente efectivos a la hora de limpiar el cabello sin despojarlo de sus nutrientes y aceites vitales.
Doy fe. He sido una de esas primeras afortunadas en probarlo, a pesar de mis reticencias derivadas de mis acuciantes problemas de ultra sensibilidad en mi cuero cabelludo reactivo. Y no solo me lo ha calmado en extremo, sino que ha dejado mi larga y rizada cabellera con un volumen inédito, suave, manejable y de aspecto saludable.
Su cosmeticidad es extraordinaria. No solo por la buena dosis de espuma que proporciona (con surfactantes y tensioactivos naturales derivados del coco), sino por el complejo aromacológico, rúbrica única de la marca: una mezcla a base de aceites esenciales de bálsamo de gurjum, palo santo, mirra, manzanilla, romero y buchu.
Respetuosos con el ecosistema capilar, microbiota-like y pro-buenrollo
Así son las tres versiones de L’Occitane en Provence, tres ejemplares 100% naturales sin siliconas ni sulfatos. Elaborados con un cóctel de 5 aceites esenciales y aceites vegetales, haciendo hincapié en los preceptos de la aromacología, ya que no solo limpian, también aflojan las emociones.
Limón, pomelo y naranja (despiertan la vitalidad y la alegría), romero (no solo es un maravilloso activo para mantener fuerte el cabello, sino que activa la memoria), manzanilla (calma), menta (despierta y alivia picores e irritaciones), cedro (fortalece, ancla a tierra), ylang-ylang (frena la alopecia, promueve el crecimiento del cabello y aporta una nota sensual y sofisticada), o lavanda (relaja mente y emociones y calma el cuero cabelludo alterado).
Lo interesante de estas fórmulas, es que contienen solo un 2% de tensioactivos (la mayoría de champús sólidos suelen contener hasta tres veces más) y que no han sido sometidas a saponificación. Ya que este proceso químico, genera un pH básico que abre las escamas de la fibra capilar y deja mate el pelo.
Para evitarlo, han desarrollado un proceso de ensamblaje de las materias primas por compresión, lo que permite ofrecer un pH fisiológico de 5,7 a 6,7. De esta manera, se respeta el ecosistema del cuero cabelludo, beneficiando a la microbiota.
El cuidado capilar ancestral con la tecnología más vanguardista
Y no hay ciencia ancestral que más mima el cabello que el Ayurveda, la medicina tradicional y alternativa de la India más védica, cuyo objetivo primordial es la unificación de cuerpo-mente y espíritu. Referentes ayurvédicos que benefician al cabello, hay muchos, pero si hay un ingrediente venerado por su arsenal de virtudes terapéuticas y espirituales, ese es el sándalo.
Como el que lleva Kaveri de la firma india-suiza Abhati. Un champú sólido sin detergentes, calmante y nutritivo, que combina el prodigioso sándalo con ácido salicílico para resetear el cuero cabelludo. El ácido salicílico elimina suavemente la descamación de pieles alteradas, mientras que la vitamina E antioxidante, contrarresta la irritación y forma una barrera que mantiene la hidratación y la protección.
Kaveri está elaborado con ingredientes vegetales crudos 100% naturales, sin utilizar agua en su proceso de fabricación. Sin jabón, vegano, sin tensioactivos ni surfactantes químicos, ni siliconas, ni aditivos sintéticos ni fragancias artificiales. Kaveri huele a puros aceites esenciales de sándalo y Gardenia Tahitensis o tiaré, una delicia olfativa que hará vibrar el cabello (y los sentidos).
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