«Sin más medios que la simple madera y las paredes desnudas, se ha dispuesto un espacio recoleto donde los rayos luminosos que consiguen penetrar hasta allí, engendran aquí y allá, recovecos vagamente oscuros. Sin embargo, al contemplar las tinieblas ocultas tras la viga superior, en torno a un jarrón de flores, bajo un anaquel, y aun sabiendo que solo son sombras insignificantes, experimentamos el sentimiento de que el aire en esos lugares encierra una espesura de silencio, que en esa oscuridad reina una serenidad eternamente inalterable». Tanizaki. El elogio de la sombra.

Velar todo con una difusa penumbra nos hace captar el enigma de las sombras. La belleza de la luz, al fin y al cabo. Eso nos intenta desvelar Tanizaki en su obra, y por esta razón (entre otras muchas), la cultura oriental siempre me ha atraído tanto. Su estudiada sencillez de tonos apocados, te lleva a ese espacio sin tiempo donde apreciar la terapia del sigilo y abrazar la calma. Donde todo está en paz. Pienso en ese remoto lugar y me imagino sumergida en un ofuro, una tina de madera (el equivalente asiático a nuestras bañeras occidentales) elaborada con madera de Hinoki o falso ciprés, un onsen privado de humeantes aguas, su burbujeo resetea mi pabellón auditivo, y el aroma a madera húmeda, me hace arraigarme al suelo.
La cultura del baño en Japón está profundamente enraizada a su vasta cultura. Es como una práctica meditativa, un momento de introspección para limpiar el cuerpo y purificar la mente. La escasez de agua que sufrimos actualmente, nos puede hacer considerar el baño diario como una completa desfachatez, sin embargo, en Japón es un completo ritual terapéutico, tanto en verano para regular el cuerpo como en invierno para combatir gripes y virus. Pero como todo en la belleza ordenada japonesa, tiene sus reglas…
Tradicionalmente primero se limpiaba el cuerpo (Kakeyu), propiamente dicho, con las salpicaduras de agua que vertía una cuchara de Hinoki, una vez limpio el cuerpo, el paso nº 2 era sumergirse en el agua de la tina sin más. Podría ser en un Sento (baños públicos muy populares en Japón) o un Onsen, privado, en la intimidad del hogar o cualquiera de los hoteles de Japón (suele ser habitual), o en un Onsen Hot Springs, que usa agua de fuentes termales a más de 25º C y necesariamente con más de 15 componentes terapéuticos como el hidrógeno, litio y otros minerales y oligoelementos.
Me encanta pensar en ese ritual purificante, en la belleza sosegada del instante, en la sensación de sentirte limpia y saludable. Por eso me gustan las marcas que intentan reconstruir este mítico ritual en casa como Amayori, con tres rituales de baño japonés tradicional para preparar en casa: Ambrosial Ofuro, Hinoki Onsen y Rotenburo Air. Hubiese elegido Ambrosial Ofuro porque sus notas de galanga (jengibre azul), ylang-ylang y champaca me pierden… Pero nada más tradicional que el ritual Hinoki Onsen, con notas de aceite esencial de ciprés Hinoki, Jazmín Sambac, Geranio y mandarina.

La madera de Hinoki (considerada uno de los árboles sagrados de Kiso) antiguamente fue usada para construir palacios y templos. Su refinado aroma con un matiz cítrico dicen que fomenta la conciencia espiritual, eleva la mente y relaja el cuerpo. Las antiguas tinas japonesas se construían con esta madera y, en contacto con el agua tibia, iba liberando poco a poco sus aceites naturales. Pero a falta de tina de Hinoki, bueno es el aceite esencial… Amayori lo incorpora a toda la línea Hinoki Onsen: un limpiador previo, un aceite para echar al agua del baño y un mist para rociar como paso final. El kit incorpora una toallita de tejido especial para utilizar con el gel limpiador y eliminar células muertas, pero también se podría completar esta tarea de forma más intensiva con el cepillo Exfoliate Japanese Dry Brush, fabricado con fibra de palma japonesa, para utilizar en seco, antes de aplicar el gel limpiador. Aunque si lo que quieres es recrear un auténtico Onsen Hot Springs en la privacidad de tu hogar, la mejor recomendación es The Japanese Hot Springs Experience, un set con 4 paquetes de composiciones minerales 100% naturales como el cloruro de magnesio, el azufre o el bicarbonato (muy popular entre las japonesas por su efecto suavizante de la piel), aceites esenciales y extractos, auténticos manantiales japoneses encerrados en un sobre que podrás disfrutar cuando te plazca sin necesidad de volar al país nipón.

Hay otras marcas que nos ayudan con la tarea de incorporar el Hinoki a nuestro ritual de baño para recrear una verdadera experiencia japonesa, como Hinoki Himalayan Bath Soak de Te + Te, una mezcla de sal rosa del Himalaya (muy rica en minerales fácilmente absorbibles) y aceite esencial de madera de Hinoki. Yo no sé vosotros, pero yo, me voy a dar un baño…
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