Cuando supe que Indie Beauty Expo cruzaba el charco y aterrizaría en Londres en octubre de 2018, quité el polvo a la maleta y dije, esta no se me escapa… Hace un par de años a punto estuve de coger billete rumbo New York –en pleno agosto, con la que está cayendo–, para asistir a una de sus ediciones (hasta el momento se desarrollaba en Los Ángeles, Dallas y New York) porque no me quería perder todo lo que se estaba moviendo en belleza indie. Todas esas pequeñas marcas tan interesantes que estaba descubriendo se daban cita allí, y pensé, esto tiene que ser bueno… Con el tiempo, Indie Beauty Expo se ha convertido en la plataforma internacional para descubrir lo mejor en belleza independiente, y ya no es necesario atravesar el Atlántico, porque a las ediciones americanas se suman las dos europeas Londres y Berlín (marzo de 2019).

La idea surgió de la esteticista Jillian Wright y del empresario Nader Naeymi-Rad, y pronto se convirtió en un evento global para dar a conocer y arropar todas las marcas de belleza independientes y únicas que se iban incorporando a la industria. Gracias a la IBE, llegué hasta Ayuna · Less is Beauty, una más que interesante marca española con un portfolio reducido porque precisamente lo que pretende es que hagamos un ayuno epidérmico, una auténtica reivindicación al menos es más. Sus ceremonias se centran en el bienestar y el well-aging, el término que está derrocando al manido y vetusto antiaging que hasta ahora gobernaba la industria y nuestras mentes. Su ritual facial se centra en la limpieza (con su jabón artesanal nutritivo a base de aceite de borraja, oliva y coco), exfoliación (con la Esencia, un gommage proteico crema-en-aceite) y crema (en dos versiones, I ligera, II nutritiva, que incorpora la ciencia de los fito-péptidos y los plasmas ricos en factores celulares botánicos, como los de la zanahoria verde, algodón árabe y la granada), tres pasos esenciales para sanear la piel y potenciar su luminosidad natural. El 4º paso lo compone su mascarilla a base de vidrio volcánico y carbón activado que incluso se puede aplicar en el contorno de ojos para descongestionar y detoxificar la piel a fondo. Solo puedo decir que después de probar su “régimen facial”, mi piel se transformó por completo…
Pero no me quiero desviar del tema. En la edición londinense de IBE se dieron cita 69 marcas, algo menos que en sus ediciones americanas pero es solo el comienzo de un affaire europeo que seguro será muy fecundo. A modo de síntesis, si cierro los ojos e intento llegar a una sinopsis de esta edición, saltan en mi mente como letreros rojos luminosos las palabras cruelty-free, no toxic, vegan, 100% organic… Son, sin duda, el santo grial de la belleza actual. En segundo lugar, me di cuenta de que prácticamente todas las marcas parten de un punto en común: el valor de los ingredientes. Pero no son ingredientes estándar, sino la materia prima más pura de sus países de origen. Austria, Escandinavia, California… Que todas ellas compartan el argán, la marula o la rosa mosqueta no las hace diferentes, sino la energía y vibración que cada uno de esos ingredientes tiene por ser producidos y recolectados en zonas únicas, bajo condiciones excepcionales. Algo que la Medicina China o la industria del perfume saben bien.

No es lo mismo la vainilla de Madagascar que la cultivada en un secarral de Albacete, esto es así. La de Madagascar tiene matices extraordinarios que la hace única y codiciada. Algunos de esos ingredientes proceden del saber hacer de generaciones de familias de agricultores, como la escandinava Eleni & Chris o la californiana Le Prunier, que han sabido sacar partido y el máximo jugo al heritage familiar. Eleni & Chris parten de la mora, “el oro escandinavo”, rebosante de vitamina C y minerales, extraordinariamente rara y apreciada por su procedencia ártica. Sus productos además contienen agua glaciar extraída cerca del Círculo Polar Ártico, en el norte de Escandinavia, con altos niveles de oxígeno.

En el caso de Le Prunier, una de las propuestas que más me ha gustado de la IBE, la historia comenzó con la ciruela (“El fruto de la vida”) y Earl Taylor, el bisabuelo, quien comenzó a cultivar los ricos suelos del Condado de Sutter, a 30 millas al norte de Sacramento, una tarea que continuó el abuelo, George Taylor, seguido por su padre y su tío, hasta llegar a la cuarta generación, las hermanas Taylor, que tomaron la decisión de explorar los usos alternativos de la ciruela al asociarse con dos laboratorios de renombre mundial, con el objetivo de descubrir los beneficios ocultos de esta poderosa fruta, manteniendo prácticas agrícolas sostenibles y orgánicas. Así surgió su Plum Beauty Oil, un único producto multifunción cuya excelente calidad le ha valido para reivindicar el “con uno basta”. Lo que más me gustó: su increíble aroma, algo almendrado pero completamente natural, su rápida absorción y el efecto curativo que tiene sobre la piel (aunque parezca increíble, es excelente en pieles con acné).

Otros productos que me han cautivado: el limpiador exfoliante Sea Quartz Crystal Algae Cleanser de Awake Organics, con polvo de cuarzo micronizado, alga espirulina detoxificante y remineralizante, y aceite de semilla de cáñamo, un elixir verde intenso de textura melosa que deja la piel oxigenada y resplandeciente; Lifting Set de Cle Cosmetics, un kit de máscara de algodón con tres tipos de colágeno: Nattō Gum, penetra en las capas más profundas potenciando la hidratación y nutrición de la piel, el colágeno de acacia que aumenta la elasticidad, y colágeno marino, contrarresta los efectos visibles del envejecimiento prematuro, combinada con una bruma a base de uno de los ingredientes hidratantes más poderosos de la naturaleza, el hongo de la nieve (Tremella Fuciformis) que hay que rociar antes de ponerse la máscara y mientras ésta actúa, el resultado es sencillamente impresionante; la neozelandesa Girl Undiscovered y su kit de cuarzos masajeadores Stars Aligning Crystals (equilibran las energías y ayudan a que los productos se absorban mejor) y su serum Facial Elixir Oil, a base de camelia, frambuesa, caléndula y bergamota, aromático y absolutamente lujoso; y las brumas áuricas infusionadas en cuarzos de Balipura, a mí me enganchó Pure Love, formulado para armonizar el chakra corazón, con Cuarzo Rosa, Jade, Crisoprasa, Aventurina y Amazonita, aceites esenciales de champaka, jazmín, ylang-ylang y elixires florales.
Y, sin duda, la que me traigo guardada en mi corazón por sus texturas, su increíble aroma y su entrañable concepto es Max and Me, por cierto, su Sweet Serenity Mask & Wash, uno de los productos de la marca que más me ha gustado, ganó la categoría de Best Facial Mask en IBE de 2017. Esta mascarilla es placer puro para pieles (y mentes) estresadas o que necesitan curación (acné, rosácea, cuperosis), a base de miel de Manuka neozelandesa, Cacao balinés, Mangostán tailandés y aceite esencial de Helicriso de Córcega… Por aquello que dio comienzo a mi síntesis, el poder de la génesis de los ingredientes, una belleza con denominación de origen que vale más por lo que vibra que por lo que promete. IBE… ¡Nos volveremos a ver en Berlín!
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