Es la bebida de belleza más de moda y uno de los temas más debatidos en los que hay más preguntas que respuestas. La comunidad científica no se pone de acuerdo y mientras tanto, el marketing se beneficia lanzando más y más suplementos de colágeno al mercado que prometen plantar cara al envejecimiento con menos arrugas y flacidez. La moda de los ingeribles de colágeno se originó en Asia, marcas como Shiseido o Amore Pacific comenzaron a ampliar sus gamas de cuidado con polvos o píldoras a base de colágeno para reforzar internamente la acción de sus cosméticos.
Debido a que está íntimamente ligado al envejecimiento de la piel, se ha ganado un creciente interés por la industria cosmética, de hecho las cifras de mercado del colágeno se han estimado en 3.710 millones de dólares en 2016 y se espera un crecimiento sustancial de 2018 a 2025 como resultado de la creciente demanda, según arroja el informe de análisis de la industria de Grand View Research, y es el producto más comprado a través de comercio electrónico en China, según datos de la plataforma de salud de alibaba.com. Pero el quid de la cuestión es, ¿beber colágeno ayuda a producir más colágeno?
Parece justo comenzar por diseccionar el término, colágeno deriva del griego y significa “pegamento”, es una proteína estructural del cuerpo que une células y tejidos y mantiene su integridad. Técnicamente es un polipéptido, una mezcla de aminoácidos como la prolina, glicina, lisina, hidroxiprolina, etc., responsables de aportar elasticidad y consistencia a la piel, fuerza al cabello y las uñas, tendones, ligamentos, cartílagos, tejido conectivo, cérvix, mucosas, córnea, humor vítreo… También forma membranas que cubren algunos órganos, como la pleura. “Su función es la de crear la estructura básica en la que se sostienen los tejidos y, por tanto, todo nuestro cuerpo. Podríamos decir que son los andamios que dan forma y estructura a nuestro cuerpo”, explica el Dr. José Luis Cidón, Doctor en Medicina y Cirugía, Ciencias Biológicas y experto en Ingeniería Biomédica y Nutrición Ortomolecular.
El problema: según vamos envejeciendo lo perdemos (ojo, no lo destruimos, sino que disminuye su producción). A partir de los 25 años empieza el declive. Aproximadamente a partir de los 40 perdemos un 1% de colágeno al año, y a partir de los 70, o al llegar la menopausia por el desequilibrio hormonal, un 30%. Por ello a edad avanzada el cuerpo debe recibir suficiente proteína para contrarrestar la degradación natural de la masa muscular por deficiencia de colágeno. Aunque el colágeno se puede renovar, y ese nuevo colágeno repuesto durará alrededor de un año en los huesos y cerca de 5 meses en la piel. ¿Qué es lo que lo destruye además del inexorable paso del tiempo? Los radicales libres por exceso de polución o exposición solar, estar sometido a tóxicos por la dieta (sobre todo la rica en azúcares simples) o el ambiente, tabaquismo, estrés, ejercicio físico masivo que destruye el existente…
“Es importante tener claro que el 100% del colágeno que hay en nuestro cuerpo lo hemos generado nosotros mismos. Es decir, no proviene del colágeno que hayamos ingerido a través de alimentos o suplementos, sino que lo han producido nuestras células utilizando aminoácidos, que son las piezas que componen las proteínas, bajo las instrucciones de nuestro ARN”, aclara el Dr. Cidón, además advierte: “La EFSA (Agencia Europea de Seguridad Alimentaria), ha emitido un par de informes en los que recoge que no hay evidencias claras de que tomar suplementación de colágeno tenga efecto alguno sobre las articulaciones de personas activas y tampoco, por cierto, sobre la salud y tersura de la piel”. Un momento… Entonces, ¿qué estamos bebiendo, agüita del Carmen?
Lo cierto es que también hay informes científicos que demuestran que ingerir suplementos de colágeno, puede contrarrestar el desgaste articular en personas con osteoartritis y osteoporosis. Las personas que se sometieron a la prueba en la franja de edad de los 50, notaron disminución del dolor e inflamación articular y mayor confort. Sin embargo, los expertos en nutrición opinan que asumir que algo que comemos se va a convertir en lo mismo en el cuerpo, es un error porque la bioquímica del organismo no funciona así. Que un alimento contenga una sustancia no significa que esa sustancia sea correctamente asimilada o absorbida por el cuerpo. Y quizá sea este el germen de la polémica. ¿El colágeno que bebemos realmente se absorbe?
Según Gloria Sabater, Doctora en Farmacia y especialista en Medicina Antienvejecimiento, el colágeno ingerido nos hará efecto dependiendo de qué tipo de colágeno sea y, lo que es más importante, para qué lo queremos. “No hay un colágeno para todos ni para todo. En función de nuestras necesidades, hemos de escoger uno u otro. La mayor parte del colágeno de tipo I y III está en la piel, el tipo II en las articulaciones. El de Tipo I también está en los huesos, ligamentos y tendones. Hay otros colágenos en la dermis o epidermis como el VI, VII, XIV, XIII, XVII…”. Y aclara: “Cuando tomamos un suplemento que dice ‘colágeno’, lo importante es saber cómo está fraccionada esa proteína, porque como tal, el colágeno no se absorbe. Así, dependiendo del tipo de sustancia, tendrá un uso u otro. Bajo mi punto de vista, mejor que sea en formato péptidos, porque se absorben en el intestino delgado gracias a los enterocitos (células que recubren la pared del intestino)”.
Y aquí entramos en la otra gran polémica, en el caso de confiar en sus virtudes y decidir tomarlo, ¿mejor líquido, en polvo, en cápsulas, gelatinas, hidrolizado, péptidos…? Digamos que según sea el tipo de colágeno y para qué esté indicado (tal como explicaba la Dra. Sabater el tipo I y III para la piel y tipo II para las articulaciones), su fuente de extracción será una u otra. El colágeno tipo II normalmente se extrae del cartílago o esternón del pollo (con una patente americana, Biocell, es el que más investigaciones tiene a sus espaldas reportando beneficios para piel y articulaciones); el polvo es patente japonesa, la gelatina se hidroliza para disminuir su peso molecular y así optimizar su absorción y asimilación (el más indicado en personas con problemas digestivos), normalmente se obtiene de vacas y cerdos; el colágeno marino procede de las escamas y raspas del pescado; y la patente alemana es la que protege el colágeno derivado de algas (especialmente fucus y laminarias). El más novedoso es el formato “péptidos de colágeno”, especialmente de origen marino (tipo I, para la piel), los informes de tendencias auguran que será el más demandado en el futuro básicamente por un aumento en la inversión en i + D y el desarrollo de técnicas avanzadas de extracción y síntesis.
Posiblemente la mayoría de compuestos de colágeno del mercado sean en formato polvo, sin embargo, hay argumentos que explican que es el menos asimilable porque las enzimas y los ácidos del estómago lo degradan antes de que cumpla su cometido. Un estudio de 2002 de International Journal of Clinical Pharmacological Research, descubrió que las enzimas digestivas y los ácidos del intestino, como la pepsina y el ácido clorhídrico, descomponen el colágeno hidrolizado, que es el tipo que se encuentra en la mayoría de los polvos de péptidos de colágeno. Pero el mismo estudio encontró que el colágeno tipo II (UC-II) puede deslizarse a través del intestino sin perder su estructura química.
Hay quienes opinan que es mejor el formato píldora, porque su recubrimiento protege la sustancia hasta llegar al intestino y ser asimilada. Pero quizás más importante que su formato sea su calidad, y es que esta es una de esas cosas en las que sí merece la pena invertir. “Si tomamos un colágeno de baja calidad lo notaremos en cuanto a la absorción, será como si comiéramos salchichas”, explica Gloria Sabater, “Hay muchos productos que no funcionan o es lo mismo que si comiéramos patitas de gallina, y otros productos que sí funcionan. Normalmente en este caso podemos guiarnos por el precio, pues los más baratos suelen ser los de peor calidad, y por tanto los menos eficaces”. Y hay más voces que se alzan a favor. Un colágeno mediocre puede provenir de fuentes animales de cuestionable calidad con exceso de metales pesados como el plomo, arsénico, etc., por tanto es importante que el origen haya sido revisado y certificado, por ejemplo por la NSF (The Public Health and Safety Organization), como la marca Vital Proteins, una de las más populares en EE.UU.
Bien, hasta aquí más o menos claro, lo importante es darle un empujoncillo a los fibroblastos (los que sintetizan y secretan los precursores del colágeno) para conseguir que nuestras pieles y tejidos no sucumban a la gravedad. Gloria Sabater nos explica el proceso: “Una vez que los péptidos penetran en el organismo, van al fibroblasto donde se van ensamblando formando lo que se llama el tropocolágeno que se une a los aminoácidos glicina, prolina e hidroxiprolina. Para esto hace falta también vitamina C y Arginina. Luego, para que las conexiones entre moléculas de colágeno se unan para formar el tejido, hacen falta lo que se llaman los puentes disulfuro que proceden del MSM (metilsulfonilmetano)”. Aquí entran en juego otras sustancias además del colágeno que se han ganado a pulso la denominación de “precursores del colágeno”, como la vitamina C, que no aportan colágeno en sí al organismo, sino que lo fuerza para que genere su propio colágeno.
Entonces, ¿qué es más efectivo, ingerir colágeno o precursores del colágeno? “Personalmente me decanto por precursores del colágeno como la Vitamina C (no ácida) a dosis de 2 a 3 gramos al día, acompañada del aminoácido Glicina a dosis de 10 gramos al día”, recomienda el Dr. Cidón. Hay quienes opinan que una fórmula mixta con colágeno y precursores del colágeno, puede ser la mejor opción, al fin y al cabo, aportar colágeno por vía oral es básicamente un aporte de aminoácidos, unidos a otras sustancias que promueven el colágeno, puede ser lo más efectivo.
“Una fórmula para que funcione tiene que tener todos los ingredientes: péptidos de colágeno (que contienen los aminoácidos glicina, hidroxiprolina, prolina y alanina), mejor si es de pescado porque la absorción es mayor; vitamina C (hace que el colágeno ingerido se absorba mejor), la arginina, y el MSM (metilsulfonilmetano). Hay pocos productos en el mercado que sean tan completos, que lleven todos los ingredientes necesarios. Hay algunos con los que se obtienen resultados visibles mediante un ecógrafo tras un mes y, sin embargo, otros tardan un año”, opina la Dra. Sabater. Nos vamos acercando…
¿Alguna recomendación? “Los mejores son Skin Pro (mejora sobre todo la densidad de la piel, arrugas finas porque hidrata gracias al ácido hialurónico y ceramidas), MSM Pro (Mejora la piel pero sobre todo la flacidez, también bueno para cabello y uñas y ayuda a reparar la barrera intestinal por su contenido en glutamina), Skin Matrix (indicado en pieles más jóvenes) y ProCollagen Matrix, todos de Rejuvenal”, aconseja Sabater.
¿Más? Se ha comprobado que niveles elevados de HGH (Hormona del Crecimiento) pueden ayudar a producir colágeno y elastina, según un informe publicado en 60ymas Magazine. Por tanto es importante estimular esta hormona que se produce por la noche con un buen sueño reparador y mejorar la circulación sanguínea con ejercicio. Hay que evitar por todos los medios su destrucción observando la acción de Telomerasa (llamada la enzima de la inmortalidad porque otorga vida adicional a las células alargando los extremos de los telómeros) y SOD (Superóxido dismutasa, nuestro antioxidante más potente, se encuentra tanto en la dermis como en la epidermis y es clave en la producción de fibroblastos, las células que construyen la piel), una buena forma de activarlos es con melón Cantaloupe (la mayor fuente natural de SOD) y Astrágalo (se ha comprobado que alarga los telómeros). Los derivados de la soja tienen una sustancia denominada “genisteína” que ayuda a producir colágeno y proteger el que ya tenemos. Los alimentos con azufre también son importantes para producir colágeno, por ello una buena dosis de MSM es esencial.
¿Y qué pasa con los veganos o los que no quieren tomar suplementos de origen animal? Pues hay otra opción: el “mal llamado” colágeno vegetal. Y digo mal llamado porque como tal, la proteína colágeno solo está presente en los organismos de humanos y animales, pero en el reino vegetal hay sustancias que podríamos calificar como “reforzadores del colágeno”. “Hay hierbas que han sido usadas por los pueblos indígenas desde la antigüedad que aumentan los componentes naturales del cuerpo para mantenerse fuertes, vitales y vibrantes”, nos explica Adriana Ayales, herborista y creadora de Anima Mundi Herbals.
“Con vitamina C como vehículo, junto con ingredientes alto proteicos, como las algas espirulina y chlorella, y hierbas poderosas por su capacidad de fortalecer la piel y los huesos, podemos tener una fórmula excelente”, asegura Ayales y ensalza las virtudes de uno de los mayores precursores del colágeno: “Las propiedades antioxidantes de la vitamina C y su papel en la síntesis de colágeno hacen que la vitamina C sea una molécula vital para la salud de la piel. La vitamina C no solo es necesaria para la producción y el mantenimiento del colágeno, sino que también es un potente antioxidante que puede neutralizar los radicales libres en la piel”.
Anima Mundi Herbals tiene un interesante ejemplar reforzador del colágeno: Plant Based Collagen, con una fórmula herbal más que interesante que la propia Adriana nos explica: “Nuestro Collagen es una fórmula compuesta de hierbas extraordinarias que se han utilizado desde la antigüedad por sus efectos embellecedores y fortalecedores. Las propiedades adaptógenas de algunas de estas hierbas, como He Shou Wu (muy utilizada en Medicina Tradicional China para tratar las canas, el cabello débil y rejuvenecer el organismo) y Gynostemma (hierba de la longevidad, mejora el sistema endocrino, inmunológico y metabólico), ayudan a nuestro cuerpo a recuperarse de los efectos dañinos del estrés. Por supuesto, las hierbas no contienen colágeno, pero sí tienen la capacidad de aumentar los receptores de colágeno de nuestra piel. Cada hierba se enfoca a un sistema particular que apoya la piel, el cabello, las uñas, los huesos y la salud de los tejidos. Nuestra fórmula es alta en sílice, muy nutritiva y remineralizante”, explica (puedes leer más sobre este producto aquí.
Y nos regala una sabrosa receta de belleza:
Colágeno Matcha Latte
1/2 cucharadita de Collagen de Anima Mundi Herbals
1-2 cucharadas de té Matcha
60 ml de leche de almendras o leche vegetal de elección
1 cucharada de crema de coco en polvo (o 1 cucharadita de aceite de coco)
175 ml de agua caliente
edulcorante de elección
En conclusión, una buena fórmula para reforzar nuestro propio colágeno y estimular la producción del nuevo pasa por una combinación de sustancias clave, aportar solo colágeno no parece la mejor solución pues la proteína colágeno como tal, no se absorbe. Es interesante por la mera aportación de aminoácidos que contiene, pero en conjunción con otras sustancias denominadas ‘precursores’, como la vitamina C, el MSM, Condoitrín Sulfato, Glucosamina, SOD, silicio, cobre o manganeso, sus beneficios en piel y cabello, articulaciones, sistema digestivo (por cierto, la gelatina se considera un prebiótico por tanto promueve el crecimiento de flora bacteriana beneficiosa que actúa en la mucosa intestinal, previniendo patologías del colon), sistema endocrino, etc., serán mayores. Otro interesante dato: mitiga la celulitis, ya que una adecuada cantidad de colágeno impide que la grasa se instale en la epidermis minimizando así el antiestético aspecto de la piel de naranja. Otra cosa no, pero razones para tomar colágeno y sus precursores, no nos faltan…
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